AYER Y HOY

La guitarra eléctrica Telecaster apareció en escena en 1951. ¿Sabes cómo la llamaban por entonces? Tapa de váter, el remo, pala quita nieve…

Ahora imagínate ser un guitarrista pionero en utilizar esa guitarra. Subir a un escenario y ver en las caras del público una expresión de ¿qué demonios es eso? Seguro que esos guitarristas necesitaron tener la actitud correcta para no perder la concentración, para poder hacer buena música y que el público dejase de prestar atención a su guitarra; para hipnotizarles hasta convertir la burla en admiración. Si bailas, estás al baile y no a otras cosas. Muchos guitarristas hicieron bien ese trabajo y ese modelo de guitarra es un icono de la música popular.

Ha habido varios intentos para reinventar la rueda en la industria de la guitarra después de la Telecaster, la Stratocaster y la Les Paul. La mayoría de los guitarristas han mirado con desconfianza cualquier diseño que se saliera de lo familiar. Muchos de esos nuevos diseños eran un sin sentido, pero otros no. Hay una marca y modelo en particular que siempre tengo en mente al pensar en esto.

La guitarra Parker Fly no recibió una calurosa bienvenida. Fueron pocos los guitarristas que le prestaron la atención que merecía. Como la Telecaster en 1951, tenía un aspecto «raro». Era fácil oír o leer comentarios como: «parece un rifle de asalto» o «parece una guitarra de otra galaxia». Leí algunas entrevistas en las que el constructor explicaba cómo y por qué había desarrollado esta guitarra. Todas sus ideas tenían sentido. Pude comprobarlo al trabajar ajustando algunas. No tengo una guitarra Parker ni relación o interés alguno con la marca.

En un pasado cercano, los músicos solo podían escoger entre la Santísima Trinidad de la guitarra eléctrica: Telecaster, Stratocaster y Les Paul. Mucha gente tocaba con copias baratas enchufadas en amplificadores de válvulas también baratos o incluso con radios modificadas. No disponían de muchas marcas y tipos de cuerdas o pedales entre los que escoger y tampoco tenían cursos en internet, cursos o pistas de acompañamiento. Aun así, algunos de esos tipos escribieron la historia de la música popular durante la segunda mitad del siglo XX. Dieron lo mejor de sí con lo que tenían disponible y podían permitirse. Hoy en día, nos engañamos pensando que necesitamos el mejor y más variado equipo para descubrir qué somos capaces de hacer como músicos. Pero la realidad es que el esfuerzo y la persistencia siempre han sido las herramientas indispensables para progresar, no ningún equipo o la suerte —bueno, con trabajo, la suerte a veces ayuda.

La calidad, precio y características de las herramientas para desarrollar cualquier tipo de arte u oficio han cambiado mucho en los últimos 100 años. Trata de recordar cómo era montar un modesto estudio en los años 90 —si no eres tan vintage como yo, pregúntale a Google. Compáralo con lo que una persona puede hacer hoy con un ordenador y unos pocos plugins. Para los que hemos conocido como era años atrás, esto es como ciencia ficción.

Hay cuatro elementos esenciales para llevar cualquier proyecto creativo a buen puerto: esfuerzo, tiempo, repetición y paciencia. Esta ley no ha cambiado con los años, pero ¿que es lo que implica para un guitarrista?

El esfuerzo para estudiar y practicar cuando no te apetece, encontrar la información o maestro buenos para ti, recorrer una larga distancia para probar guitarras o visitar a un luthier y salir de tu zona de confort tocando con músicos mejores que tú.

¿Cuánto tiempo estás dispuesto a dedicar? ¿Qué sacrificarías para tener más tiempo para practicar?

La única forma de mejorar es a través de la repetición. Tendrás que hacer el proceso de aprender, aplicar, corregir y aplicar de nuevo muchas veces.

La paciencia es el elemento que sostiene a los anteriores como los cimientos a un edificio. Asegúrate de tener suficiente para poder mantener tu entusiasmo y persistencia.

¿Pueden una actitud de la vieja escuela y utilizar bien los muchos recursos ahora disponibles ser las claves para lograr nuestros objetivos como guitarristas? Creo que nos conviene al menos considerarlo.

Autor: Raúl Rodríguez